D. Juan Negrín
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D. Juan Negrín López nació en
Las Palmas de Gran Canaria,
el 3 de febrero de 1892, en
el seno de una familia
acomodada, lo que le
permitiría realizar un
Doctorado en Medicina en
Alemania, en la Universidad
de Leipzig, a la que llegó
con apenas 16 años. En 1922,
tras convalidar sus estudios,
ganó la Cátedra de Fisiología
de la Universidad Central de
Madrid, organizando en su
Facultad de Medicina el
Laboratorio de Fisiología,
como ya antes había hecho en
la Residencia de Estudiantes
con el apoyo de D. Santiago
Ramón y Cajal.
Sus orígenes en una familia
acomodada y su educación en
un ambiente conservador, no
impidieron que se afiliara al
Partido Socialista Obrero
Español en 1929, los últimos
tiempos de la dictadura de
Primo de Rivera (1923-30),
alineándose políticamente con
Indalecio Prieto.
Tras proclamarse la II
República, Negrín abandonaría
la medicina para dedicarse
plenamente a la política,
siendo elegido como diputado
en tres legislaturas, siempre
representando a las islas
Canarias.
Tras el inicio de la Guerra
Civil -1936-, fue elegido
ministro de Hacienda en el
gobierno de Largo Caballero,
ocupándose de la economía del
bando republicano y de
negociar ayuda económica y
armamentística por parte de
la Unión Soviética, para lo
que habría de movilizar las
reservas de oro del Banco de
España, ligándose desde
entonces su nombre a la
leyenda del "oro de Moscú", y
apareciendo como un servil
gestor de las órdenes de la
dictadura soviética, idea más
extendida aún cuando en 1937
se hace él mismo cargo del
Gobierno de la República -por
más que los propios diarios
de D. Manuel Azaña indiquen
que fue él quien le asignó el
poder, sin mediación
soviética alguna-.
En el transcurso de la
contienda, Manuel Azaña y
Juan Negrín acabarían
enfrentados: las derrotas, y
las distintas posturas ante
las mismas, acabarían por
llevarles a concepciones
irreconciliables. Azaña
expresaría más tarde la
diferencia que le separó de
su jefe de Gobierno: su
concepción de la política de
resistencia. El dilema de la
República jamás fue
«resistencia o rendición»,
como asumía Azaña, sino en
que «resistir es vencer; la
resistencia es la única
política posible», que
defendió Negrín, y su propia
convicción de que la guerra
estaba irremediablemente
perdida desde el principio y
de que, por ello, había que
«aprovechar la resistencia
para concertar la paz». Ambas
concepciones llegaron a ser
incompatibles.
Esa resistencia a ultranza
que defendía Negrín habría
sido imposible sin la
participación de ayudas
procedentes de potencias como
la Unión Soviética, que
llevaron a una dependencia
internacional de la misma, y
a un protagonismo del Partido
Comunista en España como no
se había conocido en su
historia.
La marcha de la guerra
-derrotas militares y
tragedias por doquier-,
explica el rechazo que los no
comunistas del bando
republicano presentaban al
gobierno de Negrín,
perdiéndose toda homegeneidad
en el Frente Popular y en
todas las fuerzas políticas
–republicanos, nacionalistas
y socialistas adversos a la
facción "negrinista" dentro
del PSOE-. El mismo Indalecio
Prieto se convirtió en
implacable crítico de la
política de Negrín, quien,
pese ser depuesto tras la
victoria franquista, en 1939,
mantuvo su gobierno en el
exilio hasta 1946.
Fallecido en 1952, en París,
Juan Negrín ha sido una
figura polémica en la
historia española del siglo
XX, su nombre va ligado a
controversias, aplausos y
críticas de todo tipo, pero,
sin duda, es figura clave en
la historia de España.
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